Basta un roce de piel con piel,
para desatar las pasiones,
liberar las emociones contenidas,
que se amontonan incontrolables
en lo mas hondo del alma,
deseosas de salir, brotar y crecer,
crecer estable hacia el firmamento
que cubre el cielo de belleza
desafiando la incredulidad de nuestros ojos,
creyéndose su propio ser, su propia esencia,
mágica, pasional, sentida.
Por que aunque en ocasiones olvidamos
lo excepcional de lo cotidiano,
lo trascendente de lo común,
la armonía en el torbellino.
El firmamento, sereno, relajado,
nos recuerda la divinidad de nuestro ser,
haciéndonos participes de su goce infinito,
regalándonos la energía de su vibrar,
el desapego en el hacer, la virtud en la debilidad,
la franqueza en el amar.
Wald Elfi
No hay comentarios:
Publicar un comentario