Muy despacio, con un movimiento
tenue cada pieza de fruta, previamente lavada y adecuada para su uso concreto,
va ocupando su lugar exacto sobre la bronceada, suave y embriagadora piel de
nuestra preciosa bandeja humana....
Mucho tiempo atrás durante el
inicio de nuestra relación, Aruna y yo tuvimos el lujurioso placer, durante un
singular viaje por el gran estado de California de experimentar en un coqueto y
discreto restaurante japonés de la ciudad de San Francisco con las ancestrales
tradiciones conocidas en Japón por nyotaimori y nantaimori, todo un evento
erótico-gastronómico, en un lugar especial y diferente donde conjugar el
respeto y la curiosidad tutelados en todo momento por el increíble talento
culinario de los magistrales chef orientales.
Poder disfrutar de tan mágico
momento los dos completamente en intimidad con nuestras gustosas bandejas
humanas y nuestro singular maestro de ceremonias fue una experiencia asombrosa
y difícil de olvidar.
El inicio de la sesión lo
imprimiría una demostración de shibari sobre nuestra modelo femenina, este
peculiar arte japonés donde las cuerdas de cáñamo se encargan de abrazar y
realzar las curvas del delicado cuerpo humano de tan singular bandeja, ayudándole
a permanecer de esta manera en una total inmovilidad.
Flores y hojas de banano
entretejidas con suma delicadeza servían como plato de la primera demostración
de delicias orientales las cuales comenzaron a decorar profusamente la anatomía
de nuestra fuente viviente.
Era duro resistirse y seguir
comiendo ante las alegrías que aparecían ante nosotros. El apetito y el buen
sabor hacían mas fácil continuar calmadamente con la velada. Los manjares dejan
al descubierto nuevos manjares insinuantes.
Un refinado strip-tease va tomando
lugar a medida que se saborea la comida. Dejar al descubierto un pezón, el
ombligo...... rozar los palillos por la piel cercana a zonas sensibles, ver
como las sonrisas surgen de tan hermosa bandeja va provocando que la complicidad
comience a flotar en el ambiente. Sutiles cosquillas son provocadas cuando nos
acercamos a la entrada del canal de la pelvis, a continuación una vulva
completamente liberada de vello servia de reposo a unas deliciosas colas de
langostino.
Una vez acabado gran parte del
festín, el curioso maestro de ceremonias nos invitaba a un té de jazmín y
dejaba al descubierto la segunda parte de nuestro singular banquete, corriendo
un hermoso biombo con motivos de naturaleza oriental, sobre un cuerpo masculino
bastante vigoroso estaba presente nuestro particular postre, el ofrecimiento
para jugar con la bandeja desboco los instintos mas pasionales de Aruna, la
cual dejando atrás los recatos y los palillos lanzo su boca directa hasta las
mas insinuantes miniaturas de delicias orientales que reposaban en tan varonil
recipiente, la gran variedad de dulces y pasteles de la cocina nipona se
exponían ante nuestros golosos y dispuestos sentidos.
Nunca la había visto mostrarse con
semejante descaro, nuestra relación era la habitual del común de las parejas y
una situación como esta era totalmente impensable, pero sin embargo el morbo de
verla acercando una y otra vez sus labios hasta la piel de nuestro casi
imperturbable tesorero de delicias orientales, excitaba mi miembro comenzando
este a crecer irremediablemente en el interior de los pantalones.
Su boca se afanaba en absorber las
magnificas y tan bien realizadas pastas de arroz cubiertas de un cálido baño de
chocolate que nuestro chef privado había colocado con esmero sobre los fornidos
pectorales del escultural modelo. Tras la ingesta de tan provocador bocado,
volvía a bajar hasta el mismo lugar, para lamer y no desaprovechar cada gota
del húmedo chocolate.
Las diferentes golosinas que
bajaban por su estomago fueron siendo devoradas con ferocidad y premura,
dejando los músculos abdominales en completa disposición para los mordiscos y
lametones de tan salvaje mujer.
No podía casi gestionar pensamiento
ni movimiento alguno, la tremenda escena que me regalaba Aruna exaltaba por
completo mi ser. La con anterioridad imperturbable bandeja perdió su relajación
ante la acometida de mi poseída hembra, su entrepierna comenzaba a vibrar de
manera mas que perceptible, provocando una notable rubor en su rostro, ya que
supuestamente es gente preparada para tan peculiar evento, algunas de las
delicias que estaban estratégicamente sobre su grueso miembro comenzaron a
rodar quedando paradas a ambos lados de su cuerpo.
Haciendo un uso magistral de los
palillos, nuestro anfitrión, volvió a devolverlos a su lugar original. La
sátira sonrisa que se veía en sus ojos mas que darme seguridad inquieto un poco
mis excitados pensamientos.
Volviéndose Aruna hacia mi, dejo en
el interior de mi boca una pasta verde de increíble sabor que venia directamente
de los testículos de tan peculiar bandeja. Perdidos los tabúes iniciales
comencé a participar de tan exquisito deleite.
Las risas y los comentarios
cómplices de mi excitante dama me invitaban a perder completamente mis miedos y
dejar las formas y los palillos atrás. La anterior bandeja femenina fue
liberada de sus ataduras por parte del maestro de ceremonia, acercándose hasta
mi para participar conmigo de las delicias allí presentes.
La excitación caldeaba con
insistencia el ambiente, creando un entorno ideal para la sexualidad.
Un apasionado beso de Aruna con
nuestra dulce bandeja provoco el pistoletazo de salida a un frenesí carnal.
Las manos de la bandeja femenina,
una espectacular representante del gran país del sol naciente, de piel tersa e
inmaculada, comenzó a llevar las delicias que descansaban sobre la sexualidad
de su compañero hasta mi boca, intercalando con unos húmedos y tiernos besos,
labios calientes y gordos que se adherían con una agilidad sublime sobre los
míos.
Aruna irracional y pasional,
acercaba su boca hasta las nuestras comenzando un salvaje beso a tres bocas,
pasando del uno al otro indiscriminadamente en un juego díscolo, delirante,
febril.
La bandeja masculina, también de
origen nipón, rompía la mitología popular entorno al tamaño de sus herramienta
sexual, gruesa y bien formada, mostraba un tamaño algo superior a la mía en
plena erección y todavía se mostraba en estado de reposo. Permanecía
completamente inmóvil debido a las buenas ataduras que se habían realizado
sobre el, tras un largo y caliente intercambio de besos y caricias, Aruna y su
nueva amiga bajaron al unísono con el principal fin de dejar completamente
despejado al cuarto participante de nuestra inesperada orgía.
Sus bocas se afianzaron en un
soberbio trabajo en la entrepierna de la suntuosa bandeja, que comenzaba a
excitarse de manera evidente.
Era una sensación completamente
nueva, la imagen de mi pareja devorando muy lentamente cada rastro de alimento
que quedase sobre la anatomía masculina me excitaba de una manera desconocida,
sus ojos buscaban con constancia los míos, tras lamer levemente el miembro que
comenzaba a erguirse irremediablemente, su mirada no se hacia esperar. Mi
respuesta cómplice, la invitaba a continuar con mayor naturalidad.
Las delicadas y sutiles manos de
nuestra pequeña compañera, recogían el pelo de Aruna facilitándole que ella
pudiera saciar sus apetitos de varón, mordía lenta pero intensamente,
reaccionando la gruesa verga que palpitaba frenética. Los lametones se
extendían desde la punta hasta la base en un movimiento rítmico y medido.
Abriendo su boca, comenzó a
introducir lenta el gordo capullo en su interior, me impresionaba muchísimo esa
imagen, ver otro hombre saciando los instintos sexuales de mi hembra era una
situación realmente morbosa y excitante.
Seguía introduciendo cada
centímetro dentro de ella saboreándolo lenta, sin ninguna prisa. Jugaba con la
punta del creciente miembro dejando a sus manos el trabajo de acariciar y
masturbar el grueso tronco, los largos
dedos de Aruna no alcanzaban a rodearlo por completo y se ayudaba de las dos
manos al mismo tiempo para proporcionarle mayor placer.
La sutil japonesa, comenzó a
empujar la cabeza de Aruna con fuerza obligándola a introducir una gran
cantidad en su boca, aunque en primer
momento se mostraba reticente y pugnaba por no ceder, acabo tragándola casi en
su totalidad.
Tras ceder el empuje y liberar el
interior de su boca, tomo una profunda bocanada de aire y expuso una amplísima
sonrisa, se la veía plena, cargada de energía. Agarro con firmeza mi cinturón
levantándome de la cómoda silla y atrayéndome hacia ella, con un ágil
movimiento de manos soltó la hebilla y a continuación los botones de mi
vaquero, en un coordinado ataque desde ángulos diferentes, la japonesa comenzó
a tirar desde atrás de mis pantalones dejando mi cuerpo desnudo al descubierto,
el uso de ropa interior no es que fuese muy común en mi.
La violencia del ataque aumento en
cuestión de segundos, mientras se situaba nuestra sibilina compañera en la zona
trasera de mi cuerpo rozando y frotando su piel contra la mía, sus pequeños y
turgentes pechos presionaban contra mi espalda, el roce de sus duros pezones
conseguía excitar aun mas mi calenturienta mente, deseaba morderlos con dureza,
los labios de mi dulce dama, se posaron con suavidad y ternura sobre mi boca,
el sabor a sexo era mas que notable, y en esta ocasión no era sabor a mi.
Sus bocas casi coordinadas,
comenzaron al mismo momento a besar y lamer mi piel, cada una situada a un lado
de mi cuello comenzaron a devorarme con ímpetu, descendiendo al unísono por
cada hombro, la una delante, la otra detrás, Aruna bajaba hasta mis pezones,
donde juguetona, mordía y tiraba de ellos, no es que estuviera excitado, es que
el fuego de mi interior surgía del interior de cada una de mis células.
Los besos húmedos a lo largo de mi
espalda eran evocadores y reconfortantes, sus manos cálidas sobre mis nalgas
empezaron a presionar sobre mis glúteos relajando las tensiones acumuladas en
el largo viaje.
Los labios de Aruna pasaron con
rapidez por mi vientre hasta llegar sin parada previa a mi erecto miembro, con
voracidad extrema, la introdujo completamente en el interior de su boca, lamía
friccionando brutalmente su lengua contra mi glande, la punta recorría
apretando con intensidad hasta llegar a la base y morder como si llevase toda
una semana sin probar bocado.
Una eléctrica sensación llego hasta
mi cerebro, separando mis nalgas con firmeza, una húmeda calidez presionaba
sobre el orificio de mi ano, pude observar gracias a la estratégica colocación
de varios espejos, como hundía su rostro entre mis glúteos, lamiendo con
pasión, mostrándome un nuevo mundo de impresiones. La firmeza y humedad de su lengua era un placer inexplicable,
desconocido. Como un resorte, la tremenda erección, vibraba en la boca de una
mas que agradada Aruna.
Sin perder ocasión, se situó en la
posición adecuada para que mi miembro penetrase con facilidad en el interior de
su mas que nunca caliente y acuosa flor.
Era un glorioso deleite tener mi miembro hundido en su profundidad,
al momento que la lengua de nuestra diosa oriental penetraba sutilmente el
interior de mi nuevo punto del placer, salía y entraba, entraba y salía,
dilatándose de forma natural, pudiendo entrar cada vez un poco mas. El tamaño de
mi miembro alcanzaba una extensión descomunal, parecía a punto de reventar en
el interior de mi caliente mujer.
Sin posibilidad de vuelta atrás, un
fino y puntiagudo dedo empezó a romper la soledad de mi desconocido orificio.
Las embestidas que realizaba en el sexo ardiente de mi sublime compañera eran
brutales, la agarraba con firmeza de las caderas, empujando tenaz, metódico,
tocando las teclas exactas que embrujan el deleite de una mujer. El dedo en mi
interior provoco la mas tremenda corrida, manaba de mi interior la mas copiosa
explosión que yo recordase, al mismo momento que Aruna detonaba en un
apoteósico orgasmo.
Las continuas caricias que
procuraba el maestro cocinero a mi ardiente mujer en sus pechos no me
preocupaban lo mas mínimo, al contrario de lo que yo esperaba de mi mismo, en
ese momento una nueva erección relucía en mi entrepierna. Se agacho hasta su
oído para comentarle algo que no pude entender, en ese momento con una picardía
lujuriosa saco mi virilidad de si para volverse hasta mi besándome con una
entrega de dos recién enamorados.
-
Gracias mi vida – salió de entre sus labios como un quejido.
-
A ti por existir, te amo.
Su rostro, con una expresión
angelical, se dirigió hacia el observador impasible, hasta entonces, que era
nuestra bandeja de postres. Su voluminoso miembro, permanecía completamente
erecto gracias al espectáculo que observaba, tras un par de profundas succiones
y lubricarlo adecuadamente, se sentó a horcajadas sobre el dejando sus piernas
colgando a ambos lados de la estrecha mesa donde descansaba nuestro recipiente
de excepción, introduciendo completamente tan notorio aparato dentro de si, su
cara, desencajada, reflejaba la tremenda sensación de goce que estaba viviendo.
Tiempo después conversando sobre
aquella maravillosa experiencia, las palabras de Aruna definiendo el momento
sublime eran pura sexualidad:
- No podía creer el encontrarme en una
situación con una magnitud tan elevada de excitación. Como si de un sueño que
cobrase vida se tratase, la cantidad de emociones y sensaciones que me llegaban
eran de otro mundo. Dominadora del momento, cabalgaba cual amazonas sobre tan
bella bandeja.
Después de deleitar nuestro apetito
con tan sublimes manjares, los cuales aun me relamía gracias a los sabores y
aromas que permanecían en mi boca, sin recelos, siento como todo su miembro me
pertenece, es mi momento, lo necesito. Una guinda perfecta a tan magnifico
banquete.
Alucinada con la situación, la
sensación fascinante de un oriental tan bien dotado y formado es algo maravilloso.
El poder deleitarme con total libertad, sabiendo que todo quedara siendo un
secreto entre dos cómplices amantes, la privacidad otorgada por las finas
paredes, ayudaba a encontrarme con los placeres mas absolutos.
Quería morderle desde mi interior,
las paredes excitadas apretaban su potente masculinidad, una profunda riada nos
empapaba, los cálidos fluidos dan paso a convulsiones involuntarias que dan fin
a un nuevo y electrizante orgasmo.
Debido a la frenética situación no
fue solo uno, si no que un segundo y aun mas eléctrico orgasmo recorrió cada
rincón de mi ser.
Mi interior se inflama y se rellena
una gran parte de mi, percibo como esa voluptuosidad interior esta a punto de
soltar su mana. Nuevas convulsiones se abren paso en mi, sobreexcitada.
La fama de control de los
orientales es mas que merecida, su enorme capacidad de aguante ayuda a
establecer un melódico ritmo, movimientos lentos, recreándome en cada gramo de
sensación, aprieto mi sexo hasta ejercer una presión con la cual el oriental no
pueda aguantar mas.
Veía tu atenta mirada, siento tu
complicidad en medio de la mas morbosa de las situaciones que me había
encontrado jamás, la expresión de tu rostro mostraba una excitación
incalculable mientras disfrutabas de las delicadas manos de tu efímera amante.
Mientras realizaba un delicado movimiento de sube y baja en la piel de tu
miembro, hundía cautelosa pero inmisericorde un dedo en ti, para mi hasta
entonces, tu ano era virgen, a partir de ahora mi hombre será completamente
mío. Nunca habíamos jugado con ello y verte ante mi entregado de esa manera era
aun mas excitante si se puede.
Nuestro inquieto maestro de
ceremonias no perdía oportunidad para alterar el orden de lo establecido.
Liberando ciertas ataduras, permitió que el movimiento de caderas de mi casual
amante fuera mayor aun.
Una detonación incontrolable en mi
interior fue el punto cumbre de tan notable encuentro. Desfallecida y
triunfante, mi cuerpo se conectaba con la magia del universo para llevar mi
mente y mi alma a un plano de plenitud total.
Pero hoy era otro momento, bastante
diferente, mi recién creada obra de arte deseaba impaciente que nuestra querida
Aruna saliese de la cama y encontrara su delicado pero contundente
desayuno......
Wald Elfi
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